1.7.11

Las Maripilis son una raza aparte

Existe una raza de mujeres sobrenaturales y misteriosas, clónicas y superlativas, con las que me cruzo de vez en cuando y a las que no logro comprender. Las Maripilis.
Para empezar, las Maripilis son rubias. Todas. Siempre. Aunque hayan nacido morenas. Y tienen hijos rubios. Siempre. Aunque sus maridos también sean morenos. Suelen tener los ojos azules, o al menos claros, y la piel blanca, pero no lechosa, de ese tono crema que se broncea con facilidad en cuanto veranean un poquito en Jávea, o en Menorca, o en Cerdeña las más pudientes. En el mundo Maripili, tener las cejas negras y los ojos marrones es vulgar. Como de colegio público.

Las Maripilis son impecables. La palabra que mejor las define es discretas. Una Maripili siempre y en todo lugar es discreta. Lleva el pelo natural pero perfecto, el cutis casi sin maquillar pero perfecto, la ropa de lino blanco aunque sea febrero y esté diluviando, y joyas discretas, unos pendientes de perlitas (que deben de nacer con ellos puestos, porque las minimaripilis también los llevan) y un anillo bueno, nada de bisutería de Tous, que eso lo llevan las aspirantes. Una Maripili que se precie no trabaja, o si acaso media jornada en una galería de arte del centro, no se le vaya a estropear el cutis. Pero sí ha estudiado, una carrera de letras normalmente.

Las Maripilis no se alteran. No discuten, no levantan la voz, no cantan a grito pelado en la ducha porque son felices o se cagan en el mundo porque dicen en el telediario que un nuevo cabrón ha matado a la que debería querer. No, las Maripilis son discretas, y cuando no están de acuerdo con su marido, discretamente tuercen el morro y se hacen las ofendidas, o yo que sé lo que harán, pero los tienen calados!! porque ellos van como corderitos detrás de su melena inmaculada con un regalo de Hermés para disculparse. Porque, eso sí, las Maripilis no se divorcian, que es de mal gusto, que luego hay que ir por ahí hablando mal de tu ex y tienes que buscarte la vida para pagarte las mechas hasta que venga otro banquero a casarse contigo.

Otra cosa que no hacen las Maripilis es tener funciones corporales. Never de never. Una Maripili no tiene la regla, por eso puede ir siempre de blanco, no caga, no se está meando de repente, no eructa ni en la intimidad de su baño…Bueno, y no hablemos en el plano sexual. Territorio tabú para una Maripili. No, no penséis que las que parecen mojigatas luego son unas lobas. Mi abuela decía que quien de lejos lo parece, de cerca lo es más todavía.

Una Maripili que se precie no se ha comido una polla en su vida. Si acaso habrá hecho alguna felación a su marido, (primero asegúrate el gasto de las mechas) algún día que era ella la que tenía que regalarle algo de Hermés a él. Por supuesto, la puerta de atrás de una Maripili está precintada y su momento favorito durante el sexo es justo cuando él acaba, entonces respira tranquila con su pequeña y discreta naricita que nunca tiene mocos y mucho menos granos y sonríe porque sabe que se libra hasta dentro de unos días de eso sucio, sudoroso y pringoso que las morenas llamamos sexo. Eso sí, lo aguanta para tener con él unos cuantos hijos que le aseguren la pensión, el estatus y el gasto de las mechas.

Ojo, no estoy diciendo con esto que sean malas personas o haya que apartarse de ellas, como las marujas de las que hablé hace tiempo. Las Maripilis no me dan miedo, algunas incluso son buena gente, es sólo que sus mamás Maripilis las educaron así para triunfar en la vida y a mi me enseñaron cosas muuuuuy distintas.

2 comentarios:

  1. JAJAJAJA qué lapsus!!! Yo toda la vida llamándolas MARIPURIS y ahora resulta que se llaman MARIPILIS!!!!!! ;-)

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  2. Por cierto, olvidé decírtelo..... ¡¡¡A MÍ SÍ ME EDUCARON PARA SER UNA PERFECTA MARIPILI!!!! LO MÍO ME HA COSTADO ESTAR DESEDUCÁNDOME DESDE LOS DOCE AÑOS. Grrrrrrrrr!!!!!!!

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