En estos tiempos jodidos que nos ha tocado vivir, donde unos
sacan provecho de la crisis, otros ven desmantelada su vida y el resto vamos
aguantando como podemos, existe un reducto de paz y tranquilidad, de fecundidad
y pulcritud, donde los pajaritos cantan, las nubes se levantan, no hay chicles
pegados en las aceras y todo el mundo es guapo y habla 3 idiomas. Suiza.
Arriba en las montañas tengo un nido, como decía la canción,
en ese país amable y abierto de par en par a los inmigrantes, que constituyen
nada más y nada menos que el 22% de su población de algo menos de 8 millones de
almas impolutas, rectas y sobre todo NEUTRALES.
No se puede ser más neutral que Suiza. Neutralísima en todo
y con todos desde el S.XVI, pase lo que pase, caiga quien caiga, aferrada a dos
principios inquebrantables: No muevo un dedo por nadie y sólo eres bienvenido
si traes pasta contigo.
El suizo (ser humano con pasaporte del país, no bollito
azucarado) es el tipo más afortunado de la tierra. Tiene pasta para aburrir,
porque para ser suizo no hacen falta chorradas de esas como las que esgrimen
los vascos para ser vasco, por ejemplo; haber nacido allí, o tener ascendentes,
o cosas por el estilo. ¡Qué va! Eso está pasado de moda y no es propio de una
de las culturas más avanzadas del planeta como es la suiza. Para ser un suizo
de los de toda la vida, un suizo pata negra, sólo has de tener el suficiente
dinero como para que te dejen entrar. Que sea tuyo o robado da igual, nadie te
lo va a preguntar. Tú saca la
Mont Blanc de platino para firmar los papeles y ¡Voilá! ya
estás en el club de los neutrales y puedes empezar a mirar con la ceja levantá a el resto de ciudadanos del planeta desde tu
oasis de perfección y buenas maneras.
El afortunado ciudadano suizo manda y decide lo que ocurre
en su querida patria mediante una democracia directa que es la envidia de todas
las demás democracias. El pueblo se lo guisa y el pueblo se lo come, y el
pueblo suizo decide regularmente, para que no se le olvide a los parias que los
rodean, que le den por saco a la Unión
Europea y a las jornadas de puertas abiertas. Que el suizo es
muy suyo para eso de tener las aceras sucias, sanidad gratis para todos y
rumanos desocupados en la esquina de su casa de Gstaad. Mejor aprobamos en
referendum que cierren las compuertas y que el visado de entrada sea una Visa
oro como mínimo.
Un 22 % de inmigrantes, ¡qué nivel, Maribel! Qué modernos y
abiertos a todo tipo de culturas son estos muchachos de la cruz blanca y las
montañas nevadas y el chocolate Milka. Pero, ¡espera un momento! los inmigrantes
suizos tienen nombre y apellidos, como Dani Pedrosa, que no le he echado un
vistazo yo a su pasaporte, pero vive en Suiza desde hace años, no como los
inmigrantes que vienen a España, que sólo son gente y viven donde pueden.
Algún día iré de vacaciones al delicioso país montañoso a ver
sus impecables calles empedradas con billetes verdes donde todo es paz y
harmonía, donde las farolas llevan diamantes incrustados comprados con los
dividendos que le da a su gobierno la pasta que los políticos españoles nos
están robando. ¡De eso nada, señorita!, me dirán indignadas las autoridades locales.
Nosotros no somos aprovechados, somos neutrales. Si a usted le da por fisgonear
de dónde vienen los ingresos de sus compatriotas, nosotros somos discretos y
dejamos vivir en paz a los nuestros. Mientras no tiren chicles en las aceras…
¿Será envidia cochina? No lo creo. Por supuesto que me
gustaría tener la pasta suficiente como para que me admitieran en el club, pero
no me fío de la gente que no se moja por nada ni por nadie, nunca. No me fío de
la gente que no ayuda a nadie más que a sí mismo. No me fío de los que siempre
hacen de mediadores cobrando de ambas partes, sin poner nada de la suya. No me
fío de los tipos altos, rubios, guapos, con pasta, con cochazo y sonrisa
profidén con los que todas quieren bailar. No me fío de la perfección.
Me cae mal Suiza. En estos tiempos que corren, el país de
postal donde viven varios deportistas de élite españoles y donde guardan sus
fortunas otros tantos afortunados patrios, se ha convertido más que nunca en el
Poncio Pilato del mundo. Yo me lavo las manos y me voy a esquiar, mientras a mi
izquierda se mueren de asco y a mi derecha estalla una guerra, pero por favor, Señores
Pobres, no se mueran en mi puerta que huele mal y despéjenme el camino porque
estoy esperando a unos políticos con maletines llenos de un dinero que ni sé de
dónde viene ni carajo que me importa.
Jo, pues yo.... será mi faceta elitista pero los suizos lo que me dan es una envidia del 15. Serán muy poco comprometidos, pero listos como ellos solos, los cabrones.
ResponderEliminarAquí hablan de ese país:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=xTYM6YC4tbY
Ja,ja,ja. Muy bueno.
EliminarComo estoy mayor (sí, una señora de esas de las que hablabas hace un par de post), he empezado tu post confundiendo Suiza con Suecia, y ya estaba viendo la manera de defender a Ikea (ya ves, es esa labor que yo me he impuesto)... como siga así voy a acabar confundiendo ambas con Sueca, sita en la Ribera Baixa valenciana, ja, ja... mayor me hago.
ResponderEliminarEn fin, a lo que íbamos, que yo he pensado que si el problema es que el dinero está en "paraísos fiscales", pues que no haya paraísos fiscales. Joé, es que a nadie se le ha ocurrido??? Ah, no, vale, que soy yo la que no me entero...
Muy buen post Mustang, me encanta cuando hablas en serio. Ya sabes que te tengo en mi corazón guerrero junto a Pérez Reverte :-)
Diosss, Paula!! Meter en la misma frase a mi amado Don Arturo y a una servidora...Me he quedado sin palabras.
EliminarBueno, al menos no has confundido a los suizos con los bollitos azucarados, te habrías hecho la picha un lío más aún defendiendo Starbucks, ja,ja,ja.
Sí, conozco Sueca, la de la Ribera Baixa, me pilla cerca. A tú també? ;)
Besos
També, també...
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