Hubo una época en que me volví profunda. Una amiga a la que
quería mucho y cuya arrolladora personalidad ejercía gran influencia sobre mí
me dijo un día que yo pasaba por las cosas de puntillas, sin implicarme. O algo
parecido. Y me lo creí. E intenté ponerle remedio para ser mejor persona a sus
ojos. Lo intenté mucho, durante años. Me puse a leer a Cunqueiro, a Sampedro, a García Marquez y a Benedetti.
Escuché a Ismael Serrano y a Amaral. Vi El Paciente Inglés, escribí un par de
poemas, enjugué lágrimas ajenas y propias….y empecé a diluirme.
Me puse a pensar. Pensaba continuamente. Pensaba antes de
hablar, antes de actuar, antes de besar, de hacer un chiste o de mirar ojiplática
un torso poderoso cuando me cruzaba con el por la calle. Pensaba mucho, sentía con
pasión e intensidad cada momento del día y analizaba cada palabra que me decían
y cada mirada que me lanzaban como si fueran a revelarme algún secreto oculto
del universo.
Y empecé a no reconocerme en el espejo. Me hice mayor, seria
y profunda. Me estaba volviendo trascendental.
Entonces apareció Ana. Se sentó un día en la mesa de al lado,
como cuando ibamos al colegio y allí se quedó. Con sus ganchitos de flores en
el pelo, su ausencia total de memoria para los nombres de actores y títulos de
películas. Con sus vestidos vintage y su colección de gafas de sol
estrafalarias. Escuchando a Donna Summer. Llamándome por diminutivos extraños
que sólo ella utiliza. Trayendo Mañanitos
para desayunar mientras marujeábamos sobre nuestros fines de semana en la máquina
de café de la oficina. Y me salvó. Me recordó que me gusta mucho reírme, no
darle vueltas a las cosas que me ponen triste, mirar a los hombres como si
fuera una quinceañera salida, planear tonterías absurdas que alegren el día al
que tengo al lado. Burlarme de todo y de todos, sobre todo de mi misma,
coquetear…¡¡Había dejado de hacerlo!! Con lo que me gusta y lo bien que se me
da! Estando con Ana sólo he llorado de risa.
Volví a ver Grease, Dirty Dancing y Los Goonies. Leí a J.R.R. Martin, releí a Wilde. Escuché de nuevo a Dinamita pa los
pollos y a La Frontera. Y
me fui concentrando otra vez hasta recuperar mi antigua personalidad chorra,
superficial y faltona de antaño. Y empezaron a desaparecer las arrugas del
entrecejo que me habían salido de tanto pensar.
Volví a reconocerme en el espejo. Y me di cuenta de que no
echaba de menos el tiempo que pasé intentando ser intensa. Por fin reconocí que
Florentino Ariza me cayó como el culo desde la página 2 y que si hubiera
seguido mi instinto me habría ahorrado 400 páginas de tostón, que Amaral me
carga sobremanera, que Ismael Serrano es un plasta que nació 30 años tarde y
que el paciente inglés por muy guapo que fuera se comportó como un capullo dejándola
morir sola en aquella cueva. Hablé de nuevo sin trabas, sin complejos, aunque
metiera la pata a veces. A tomarpolculo la contención, la discreción y la
intensidad!!
Recordé que me gustan las pelis de superhéroes, las motos de
gran cilindrada y que me da igual que los zapatos no me conjunten con el resto
del modelito. Que puedo decirle a un tío que está tremendo a la cara y no tengo
porqué avergonzarme de ello, ni estoy haciendo el ridículo ni siéndole infiel a
mi pareja. Me compré un cinturón de serpiente, una pulsera de tachuelas, una
chupa de cuero y una camiseta de calaveras. Liberé los escapes de mi moto. Recordé
cómo era yo cuando yo me gustaba. Y me quité un peso de encima. Superé la
crisis de los 40 antes de cumplir los 35.
Ana dejó de sentarse a mi lado por culpa de la prima de
riesgo. La echo de menos cada día. Era tan fácil trabajar con ella…Iluminaba el
departamento. Ahora está iluminando a otros, pero seguimos siendo amigas aunque
sea por Skype. Espero que se llevara de mí al menos la mitad de lo que yo cogí
de ella y que siga durante muchos años llamándome con esos nombres extraños que
sólo ella utiliza, mientras le corrijo cada vez que me habla de la última
película que ha visto. Espero que tenga hijos pronto. Esa genética iluminadora
no debería perderse.
Feliz 30 cumpleaños, perli.
Vaya, hoy me ha salido un post un poco moñas…
perli!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminargracias por dejarme entrar a tu blog por la puerta grande!pelos erizados, pura emoción!!! hermosa!
JA,JA,JA, GRACIAS LAS QUE TU TIENES. ¿Ya te has comprado tu primera crema antiarrugas? JA,JA,JA.
Eliminar30 besos, guapa!!
Mustang, no sabía que tuvieras amigas tan jovencitas...
EliminarP.D. Felicidades Ana
Pues ya lo sabes, chaval. Soy una caja de sorpresas!! La amistad tampoco tiene edad ; )
EliminarA mí me gustas de todas maneras, Mustang: profunda o superficial, macarra o divina, moñas o brutaca...
ResponderEliminarIdem ; )
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVenga ya Sally, que tú para eso tienes doble personalidad... eres de las pocas personas capaces de estar leyendo a Pessoa y levantar los ojos para silbar al paso de un buen culo masculino, y de su propietario ;-)
ResponderEliminarY sí, Ismael Serrano es un coñazo (conoces cantautor@s mejores ;-), Amaral unos moñas y Sanchez Dragó un infumable, por muy intestual disquierdas que sea y por mucho que haya corrido delante de los grises. Nadie es menos inteligente ni menos culto por alternar a Benedetti con Harry Potter; y si hablamos de superficiales hablemos de quienes no se pierden el Sálvame, y no saben quien es Stephen King pero sí qué día le viene la regla a la Esteban.
Tu personalidad es maravillosa, y si sabes ser profunda y seria cuando hace falta (que sabes) no tiene nada de malo echarse unas risas y unos comentarios salidorros viendo una peli malísima de Hugo Silva. ¡A tomar por culo! He dicho.
Mil besos, cielo. Por cierto, tenemos pendiente el sexto cumplemeses de tu retoña, con capitulitos de Spartacus y postre de chocolate, que la niña se nos hace mayor y hay que ir educándola como corresponde....;-) (más besitos)