
Una vez definido el panorama, decir que este soltero de oro
con casa, curro y bíceps empezó a salir con una chica hace un par de años y esta
última vez que estuvimos charlando, me contó que la chica se había ido a vivir
con él hacía unos meses. Todo ideal. Pero conforme la conversación avanzaba,
empezó más bien en broma y luego más bien en serio a quejarse.
¡Es mi casa!, decía. Y ahora ella estaba todo el día allí,
la veía continuamente, la tenía todo el día encima diciéndole cosas que hacer. ¿Por
qué no hacemos esto? ¿Por qué no vamos a tal sitio? ¿Y ahora te vas con la
bici? Si has salido a correr esta mañana! No podía llevar a amigos de
improviso, el piso era demasiado pequeño para los dos, había perdido su
libertad, que cualquier día de estos se divorciaba (no están casados) No podía
contar con todo el tiempo que necesitaba para entrenar y tía, ya sabes que para
mi el entreno es lo primero…
Seguro que en el fondo había algo de coña de por medio,
porque lo conozco y es un buen tío, pero también había mucho de agobio por la
invasión de tu espacio que supone compartir techo con alguien, aunque sea
alguien a quien quieres. No digo alguien a quien quieres mucho, porque si le
quieres mucho, compartir casa con él o ella, es una pasada. Una vez tenéis una
persona que os limpie el piso una vez por semana, ya no hay nubes en el
horizonte y estás deseando llegar a casa para verlo y contarle qué tal tu día
mientras hacéis una cenita estupenda cervecita en mano.
Yo ya creía que mi amigo pertenecía al clan de los lobos
solitarios, y me sorprendió cuando me presentó una noche de verano a su chica,
pero después de la charla del otro día en la que no opiné, ni di consejos, sino
que me limité a escuchar y asentir, a reírme y a dejarlo desahogarse, volví a
incluirlo de nuevo en la manada de los que no tienen manada. Pobre chica,
espero que no esté ilusionada a tope, porque me temo que le quedan tres
telediarios para que le diga que la quiere pero que necesita su espacio y que
no tiene pensado ni casarse ni tener hijos. Que no es por ella, es por él etc,
etc.
El lobo solitario. No digo que esté mal ni bien el serlo, mi
amigo es un buen tío, es sólo que su vida ha tomado ese camino con los años y
le gusta. También hay mujeres que lo son y yo creo que no se trata de un tema
de “si me comprometo con esta me pierdo a las demás” y chorradas semejantes. Se
trata más bien de prefiero estar solo y hacer lo que me de la gana que
supeditar mi vida a la opinión de otro. Supongo que cuando llevas más de 20
años viviendo solo es muy difícil meter a otra persona en tu casa, en tu vida y
en tus planes. Te has acostumbrado a mandar sobre ti mismo y no te compensa el
tener compañía con las parcelas de individualidad que has de ceder a cambio. Mi
lado romántico (que también lo tengo, al fin y al cabo soy una mujer) me dice
que a estos solitarios por decisión propia un día les asaltará el corazón un
amor loco de esos que te llegan una vez en la vida y tirarán todos sus esquemas
por la ventana para irse al fin del mundo por esa persona especial. Pero la
veteranía y la experiencia que voy teniendo con los lobos solitarios que
conozco, me dice que eso no pasa, que tarde o temprano (más bien temprano) en
cuanto abren la puerta de su casa a la princesa de la boca de fresa, esta
empieza a exigir cosas tan terribles como un cajón para sus cosas, o que
conozcas a sus padres o se queda emparrada cuando ve un bebé y de repente al
lobo solitario le empiezan a entrar temblores, calores y sofocos cual
menopáusica y echa terriblemente de menos sus antiguas tardes de domingo en
soledad.
Conclusión. Si empiezas una relación con un tío que tiene
más de 40 años, lleva muchos viviendo solo y sin haber tenido durante ese
tiempo una pareja estable más de 6 meses….Es un lobo solitario, tú verás,
princesa de la boca de fresa. Puede que hasta se enamore de ti, pero lleva
demasiado tiempo enamorado de sí mismo como para hacerte un hueco en su vida en
libertad. Igual te quiere y todo, pero a estas alturas, se quiere más a sí
mismo.