
Las canas son un asco. Un desastre capilar, un calendario en la cabeza que marca tu partida de nacimiento allá por los lejanos setenta. No me gustan las canas. Sólo conozco a una mujer a la que le quedan bien, mi amiga Toni, y eso es porque a sus toneladas de actitud rebelde y personalidad arrolladora les une una melenaza negra con rizo natural que admite cualquier cosa, incluyendo que te auto cortes el pelo. Ella sí puede, y encima está supersexy, pero otras mortales, con melena lisa y el cabello fino como tela de araña como yo, en cuanto vemos las primeras canas gritamos ¡¡Auxiliooo!!
Porque las canas no sólo cantan por el color, cantan porque tienen vida propia, una textura diferente…a mi me bailan sobre la cabeza a su bola, sin seguir la cadencia del resto del cabello, como los concursantes de Fama! Colonizan tu cabeza de manera lenta pero inexorable. En cuanto aparece una ya no hay

Lo dicho, que me toca teñirme. Y prefiero ir a la pelu. Paso de los tintes baratos puestos en casa, que luego te queda el pelo áspero y mate como si fueras una princesa de barrio y yo tendré canas, pero también tengo dignidad.
Ah, por cierto…No quiero ni imaginar cuando me salga alguna “en otro lado” Glups.
Querida Sally, te lo voy a decir en dos palabras: "te adoro".
ResponderEliminarY en cuanto a las canas en "otros lados", más vale prevenir que curar, ¿cuándo cogemos hora para ir a hacernos con láser las ingles brasileñas? ;-) Besotes, guapa.
Por cierto, como no podía ser menos, he puesto un enlace a este post en mi facebook ¡para que todo el mundo admire tu blog y tu prosa!! ;-) Más besos
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