
El pelo sucio. Vale que eres moderno, o heavy, o punkarra o
lo que te de la gana, pero el pelo se lleva limpio. Y si lo tienes graso, más
aún, y si lo tienes escaso, más aún, y si lo tienes largo, más y más aún. No
puedo con la peña que no se lava el pelo, me dan mucha grima. Que hoy no me
toca…Yo si que no te voy a tocar, colega, ¡ni con un palo!!
Los pelos espalderos. Ese aguerrido caballero al que le
asoma la pelambrera del pechamen…hasta por la nuca. Sé que no es culpa suya, es
genético…Sí, igual que nuestra celulitis, qué se le va a hacer, pero a mi me
baja la líbido hasta el subsuelo ver una espalda peluda. Y si encima el pobre
está calvo, ya me da penita y todo, vaya mala suerte…
Los tíos encogidos. Esos que andan por la vida como
ratoncitos, pidiendo perdón por existir, hablando para el cuello de su camisa…Y
haciéndose los remolones calladitos desde la última fila todo acaban
consiguiendo las cosas a rebufo del trabajo de otros. No les pillo el truco. No
sé si son patológicamente tímidos o tienen un morro que se lo pisan. En
cualquier caso no me gustan nada. Conozco a uno que tiene una hija, y creo que
sólo tiene una porque nunca más recordó el camino que debía seguir para
meterla. Joder qué cruz de hombre!!!
Que dejen los objetos personales encima de la mesa para
vacilarte de pasta. Te tomas unas cañas con uno y te suelta sobre la mesa del
bar el Iphone 27, las llaves del Audi y la cartera de piel de bicho en peligro
de extinción. Es para que no le haga bulto en los bolsillos del vaqueo Ralph
Lauren. Puaaaaaj, que vomito.
El hurgamiento de nariz en los semáforos. ¡¡Que te veo!!!
Que si yendo en coche te veo, yendo en moto, a medio metro de tu ventanilla
bajada por la que oigo a todo trapo el carrusel deportivo, el espectáculo es
dantesco!!! Con esos dedazos llenos de pelos excavando cual taladradoras en
unos orificios nasales más llenos de pelos todavía, que cuando sacan el dedo y
se enfrascan en convertir el alien en una esfera perfecta y proyectable me dan
ganas de chillarle: ¡¡no lo tires en esta dirección, que soy madre de
familiaaaaaaaa!!!
Hace unos años estuve en una reunión de trabajo con mi jefe.
Cuando entramos, me presentaron a los tres señores con los que íbamos a tratar.
Yo, muy profesional y educada, les tendí la mano, y los tres, me la estiraron
para acercarme a ellos y darme dos besos. Como 5 minutos después llegaron los
arquitectos. Un hombre y dos chicas más o menos de mi edad y bastante feas, a
las que los tres señores dieron la mano delante de mis narices con toda su cara
cuando se las presentaron. Ese tipo de gestos me dio arcadas entonces y hoy me
las sigue dando.
Los que se ponen pulpos cuando se emborrachan. Sobre todo
los que son todo correción y distancia cuando van sobrios. Un gesto tan simple
como tomarte de la cintura cambia como del cielo a la tierra después de media
docena de cubatas. Y no me gustan los cubatas.
Esa forma de sentarse tan masculina como si tu polla fuera la más grande del mundo y te impidiera cerrar las piernas ni siquiera un poco. Desparrame total en la silla de la terraza del bar, aireamiento extremo de genitales, piernacas intimidando a tus compañeros de mesa en plan Aquí estoy yo y mis huevos, y si nos os gusta, os marcháis. Ufff, no le caerá una maceta del balcón de arriba....
Yo no soy precisamente la más fina del planeta, pero si en cada frase que me digas has de incluir la palabra puta...No esperes incluir mi teléfono en tu chorbagenda de putitas, gañán.