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Yo estoy a favor de meter partes del cuerpo que riman con
olla allí donde la tienes. Y mañana será otro día (en el que apechugar con las
consecuencias, vale, pero eso será mañana, no esta noche, Morenaza!) No entro a
valorar si una o ambas partes están casadas, faltando con ello a su pareja, si
es pecado o hijoputez el hacerlo y tal. No me interesa hoy hablar de
fidelidades, sino de posibilidades sexuales y/o sentimentales que se pueden dar
en el entorno de trabajo.
Todo el que ha currado en una empresa con más de 10 empleados
de ambos sexos sabe lo tentador que es el tema. Es obvio que pasas muchas horas
con la gente del trabajo y que somos animalitos y que la atracción surge cuando
menos te lo esperas de forma variopinta. No soy mojigata. Encima, según el tipo
de trabajo que tengas, se da mucho la posibilidad de tener gustos en común y
así el roce hace el cariño. No es lo mismo ser apretador de tornillos en una
nave industrial que diseñador y trabajar con otro diseñador moderno, guapo, con
fular y dos entradas para la última
exposición de vuestro fotógrafo favorito. Hombreeeeee….
Hete aquí unas cuantas variaciones de las relaciones
sexomentales que se pueden dar en el entorno de trabajo. Nota aclaratoria:
igual mezclo sexos, y ahora digo “ella hace” como “el otro”…No es machismo ni
feminismo, es tecleamiento inconsciente. No me lo tengais en cuenta, please.
El rollo cena de
empresa. Este mola cuando le pasa a otro, a ser posible de los que te caen
mal. Esas movidas que suceden a veces en las empresas grandes con cenas
multitudinarias en las que algunos beben más de la cuenta y otros creen que con
la oscuridad del garito nadie los ve. Y el lunes unos llegan al curro
avergonzados y con resaca y el resto con muchas ganas de tomar un café de
máquina y comentar la jugada. ¡Maledicentes!, ¡lenguaraces! ¡desfaenados! Bueno, este rollo igual
se podía hacer con más o menos impunidad hace 10 años pero hoy en día es
impensable, seguro que acabas en el Facebook de alguien.
La cagada. Es la
versión extra-large del apartado anterior. Cuando se ha pasado el calentón del
momento encimadelamesadelasaladejuntas
y una de las dos partes se da cuenta de que el otro es: A- su jefe, B- su
subordinado, C- está casado, D- es idiota y se lo va a contar hasta a la de la
limpieza, E- es muy idiota y ahora se cree que sois novios cuando tú ni te
acuerdas de porqué le dejaste que arrimara cebolleta cuando sonaban Los
Panchos. Solución: huye despavorido. Deja de hablarle, cambia de trabajo, de
país, de nacionalidad. Eso no tiene arreglo de ningún tipo. Al menos que te
sirva de lección para la próxima vez que te pases con los cubatas y te pongan
ojitos, pichabraba. Bueno, si es tu subordinado siempre puedes despedirlo, si has sido tan
cabrón como para tirarte al becario, eres capaz de despedirlo por eso
también.
El latinlover.
Ese que tiene encima de la mesa de su despacho la foto de la mujer y los hijos
y en el cajón de abajo una agenda con los números y fotos de todas las
cangrejitas que se va tirando en sus viajes de trabajo para llamarlas cuando
vuelva por la zona. Cuidadín con el menda. Este no dudará en tirate bocado a la
mínima ocasión. A especímenes de esta calaña hay que pararles los pies
inmediatamente. Entre tomarte por puta, o por hijaputa, con estos “compañeros
de trabajo” prefiero lo segundo. Estos fichas ni en foto, que tienen muchas
cualidades para pasar a ser acosadores a la mínima que les des cancha. Se les suele
ver el plumero enseguida porque todo el mundo sabe de su agenda y de su
revolver lleno de muescas (además de puteros suelen ser bocazas) así que es
raro que una de la plantilla caiga en sus redes, porque las que lo tratan a
diario suelen vomitar en su papelera.
El amigo “si tu
quisieras y yo pudiera”. Este mola a veces. Dependiendo de lo bueno que
esté y de lo sutil que sea, te sube la autoestima y te hace ir a trabajar
agusto una temporadita mientras dura la novedad. Es el tío con el que igual
intentarías algo en otra vida, en otra ocasión, en otras circunstancias…El que
te dice hola guapa cuando entras en su despacho, con el que tomas café y hablas
de vuestros hobbys comunes, al que sólo ves afeitado, perfumado, encorbatado y de buen humor.
El colega que incluso te puede poner berraca un día que le da por venir a
currar con Levi’s y camiseta negra. Con este tienes la sospecha de que
si os quedarais incomunicados por la nieve en un hotel de lujo a 2000km de
casa…igual te saltaba a la yugular. Luego todo dependería de lo bueno que esté él
y de lo buena que quieras ser tú. Ja,ja,ja. Pero como esa situación no se va a dar, este especimen en unos meses pasa a
la zona de amigo y se cierra definitivamente su ventana de actuación (gracias
por ampliar mi vocabulario, Mac). Es entonces cuando entra en la oficina
una secretaria nueva, más joven y más rubia que tú y resulta que tu amigo ¡quien lo iba a decir! tiene más hobbys en
común con ella que contigo. Es ley de vida.
El amorrrrr. Lo
he visto con mis propios ojos. Dos veces. Compañeros de trabajo que se conocen,
se enamoran, dejan a sus parejas en el caso de que las tuvieran y se casan y
tienen hijos y comen perdices. Tal cual. Será casualidad que haya sucedido dos veces en mi entorno laboral, pero es cierto. Y
uno de ellos (en este caso ambos solteros y sin pareja, en el otro todo lo contrario) era colega y me alegré
mucho por él y cuando me contó sus dudas lo tuve muy claro. Tío, trabajos hay
docenas ( o al menos en esa época los había) pero el amor de tu vida sólo
aparece una vez, o dos para los afortunados, o nunca para algunos. Si crees que La has encontrado, a la mierda el qué dirán, a la mierda los jefes, a la mierda
la olla, la polla y la madre del topo. Díselo. Y hasta hoy.
Así que , viendo siempre a priori el vaso medio lleno, yo digo sí a la confraternización entre compañeros
de trabajo, sobre todo si no te gusta demasiado tu curro (por lo de la huída
en caso de emergencia, más que nada).